El proceso creativo comienza con un sí honesto
- Felipe Londoño
- Apr 7
- 2 min read
Updated: May 14
Diseñar también es asumir una responsabilidad
A primera vista, podría pensarse que las ideas arquitectónicas nacen de un momento de inspiración, de una chispa creativa, de una imagen, una forma, una emoción. Y sí, muchas veces es así. Pero con el paso del tiempo he entendido que, en realidad, las verdaderas ideas arquitectónicas no nacen hasta que se ha tomado una decisión previa: la de decir “sí” al proyecto adecuado.
Y esa decisión no es menor. Porque un proyecto de arquitectura no es un ejercicio de forma o estética, es un compromiso profundo que toma tiempo, energía, recursos, vínculos. Es una relación. Y, como en toda relación importante, saber cuándo no embarcarse es tan vital como saber cómo crear.
A los arquitectos nos toca salir a buscar el trabajo. Competimos, nos mostramos, nos vendemos. Y a veces, sin darnos cuenta, terminamos aceptando proyectos por necesidad, por impulso o por ego. Yo mismo lo viví. Una vez un cliente me dijo:
“Felipe, usted es muy bueno para embalarlo a uno.”
Y eso, lejos de ser un elogio, fue un punto de quiebre. Me hizo ver que debía dejar de darme tanto bombo, dejar de empujar al cliente hacia una decisión solo porque yo necesitaba el proyecto. Aprendí que debía dejar que el proceso fuera más honesto. Que si había dudas, tal vez era mejor decir que no.
En ese sentido, el proceso creativo solo puede comenzar después de que uno ha tomado una decisión ética, madura y clara de aceptar el proyecto. De ahí en adelante, sí, empieza otra historia: la del diseño.
Ahí vuelvo a mis aprendizajes en Japón. Mi mentor, Riccardo Tossani, me decía que los arquitectos empezamos a ser arquitectos después de los 40. Y es cierto. Con los años uno diseña con menos ímpetu artístico y más responsabilidad. Y aprendí también de Atsuko Itoda, una mente brillante y contundente, que nos gritaba en el taller que dejáramos de hacer “masturbación creativa”. Que el diseño no era sobre nosotros, sino sobre el cliente. Que había que ponerse su sombrero, ver con sus ojos, pensar con sus prioridades.
Entonces, para responder con honestidad a la pregunta ¿de dónde nacen las ideas arquitectónicas? yo diría que nacen después de una decisión lúcida. Nacen cuando uno dice: “Sí, este proyecto merece ser hecho. Sí, este cliente y yo podemos construir algo valioso juntos.”
Solo entonces vale la pena imaginar.

Comments